La mayor parte de imágenes que probablemente tendremos interiorizadas sobre la cosmética están relacionadas con la naturaleza: cascadas de agua, plantas, flores, el cielo, y todo en tonos verdes, azules, rosados, sin las estridencias de lo que consideramos artificial. Por eso el mundo del maquillaje es aparte, con sus rojos, sus negros y sus dorados y su relación con lo urbano, más alejado de lo que entendemos como natural. Y es que de la naturaleza provienen la inmensa mayoría de los ingredientes en cosmética: de las plantas (de sus hojas, su tronco, sus flores y sus frutos), de la tierra (arcillas, óxidos de metales como el zinc o el talco) y también de los animales.

Es importante tener presente esto último porque natural y vegano no es lo mismo. Naturales son todos los ingredientes que se obtienen de la naturaleza, y la naturaleza es donde coexisten los seres vivos e inertes, en su medio más primitivo. Y los animales son seres vivos como las plantas. De ellos se obtienen ingredientes naturales como el colágeno, que se extrae de tejidos animales como piel, huesos, tendones y cartílagos, y pasa por una hidrólisis. O la lanolina y la cera de abejas, que a veces hay marcas que las usan excepcionalmente aunque publiciten que no usan productos de origen animal: la lanolina se obtiene del lavado y procesamiento de la lana de oveja, donde se extrae como una grasa natural que recubre la fibra, y la cera de abejas la secretan estos insectos para construir la colmena y se obtiene tras expulsar la miel de las celdas.

Si hablamos de ingredientes veganos, en cambio, entonces sí nos referiremos a aquellos que no involucran a los animales, y los fabricantes de productos veganos tampoco los usan para probar los efectos de sus fórmulas, por lo que la condición cruelty-free debería ir implícita en lo vegano. Por otro lado, lo natural y lo vegano no necesariamente es sostenible o seguro en sí mismo. La sostenibilidad va asociada al impacto ambiental, las consideraciones éticas y sociales, etc. de los ingredientes (y si hablamos de productos, de la totalidad del proceso productivo hasta la venta), y la seguridad depende de aspectos como pureza de sus ingredientes, la formulación adecuada y el cumplimiento de las regulaciones sanitarias.

Origen del uso de los ingredientes naturales en cosmética

No extrañará a muchos si decimos que el Antiguo Egipto fue una de las civilizaciones de las que mejor está documentado el uso de cosméticos para cuidar la salud (por el calor, por el polvo del desierto) y la belleza de la piel y el cabello. Usaban ingredientes que podían obtener de la naturaleza que todavía usamos hoy en día, como la manzanilla, el tomillo, la lavanda, el aceite de oliva, el aceite de almendras, etc., como se puede ver en esta nota del Smith College Museum of Art.

También los griegos hacían uso de los ingredientes naturales en cosmética, como el aceite de oliva, que era la base de sus ungüentos, o la lanolina, que se usaba en las cremas faciales, así como otros mucho más exóticos, como los derivados de las sanguijuelas o los lagartos. Algo parecido ocurría en la Antigua Roma, donde las mujeres de alto estatus usaban los cosméticos con moderación, e incluían también la lanolina en la cara, cuernos (para usar el colágeno), semillas y jugo de plantas, pero también polvo de tiza y yeso para blanquear el rostro, así como mirra, incienso, placentas, y hasta orina y excrementos para otros usos.

Otras civilizaciones, como la China o la India, usaban ingredientes disponibles en su entorno natural, como el aceite de sándalo, de coco y de sésamo, así como el de camelia y el de almendras, además del polvo de arroz para blanquear la piel. La manteca de karité, cuyo árbol originario procede de África, la usaban las comunidades africanas para proteger la piel del sol y de la sequedad.

Los ingredientes naturales estrella en cosmética

Como hemos visto, algunos de los remedios naturales que se usaban antiguamente con fines cosméticos todavía perviven a día de hoy: gran cantidad de cremas y aceites, champús y geles de ducha, etc., contienen estos ingredientes, aunque evidentemente se ha hecho más complejo su proceso de formulación, producción y aplicación, al extraerse y refinarse y luego combinarse con otros componentes para potenciar sus beneficios y mejorar su estabilidad, textura, vida útil y capacidad de ser absorbidos por la piel. Veamos algunos:

  • Aloe vera: se obtiene prensando en frío el gel presente en las hojas internas de la planta de aloe, y es apreciado por sus propiedades hidratantes, calmantes y cicatrizantes, que hacen que lo encontremos en mascarillas faciales, productos para después del sol o de depilación láser, humectantes, etc.
  • Aceite de oliva: se obtiene prensando en frío aceitunas maduras para extraer su aceite sin calentarlo ni usar químicos, y tiene propiedades hidratantes, nutritivas, antioxidantes y antiinflamatorias.
  • Aceite de coco: se obtiene prensando en frío la pulpa seca del coco maduro y su poder hidratante y acondicionador hacen de este producto lo hacen una excelente opción para la piel y el cabello.
  • Manteca de karité: se extrae prensando en frío o hirviendo las nueces del árbol de karité para obtener una mantequilla cremosa y rica en nutrientes ideales para productos cosméticos con vitaminas A y E, profundamente hidratantes y que proporcionen una barrera para retener la humedad.
  • Aceite de jojoba: se extrae de las semillas de la planta de jojoba, prensadas en frío para conservar sus apreciados ésteres de cera líquida, hidratantes y equilibrantes, que actúan como la propia piel.
  • Aceite de argán: los frutos del árbol de argán, prensados en frío, son ricos en antioxidantes, ácidos grasos esenciales y vitamina E, que ayudan a mejorar la elasticidad y la textura de la piel.
  • Aceite de árbol del té: las propiedades antisépticas y antiinflamatorias de este árbol cuyas hojas se destilan al vapor para concentrar sus propiedades antibacterianas y antiinflamatorias hacen que sea muy popular en tratamientos contra el acné y otras afecciones de la piel (hongos, bacterias…) por su capacidad para reducir la inflamación y combatir las bacterias.
  • Aceite de rosa mosqueta: ricas en ácidos grasos esenciales y antioxidantes, las semillas de esta planta, que pasan por prensado en frío para conservar sus vitaminas y ácidos grasos esenciales, ayudan a prevenir y reducir la aparición de cicatrices y arrugas.
  • Ácido hialurónico: todavía se extrae frecuentemente tejidos animales como las crestas de gallo, el cordón umbilical de diversos animales como vacas y caballos o las aletas de tiburón mediante una serie de procesos químicos, pero cada vez más se recurre a fuentes vegetales, como ciertos tubérculos, que se fermentan para que las bacterias produzcan este ingrediente, que luego se purifica. Es enormemente hidratante y redensificante, reteniendo hasta 1.000 veces su peso en agua, por lo que resulta en un excelente humectante para mantener la hidratación de la piel.
  • Manzanilla: sabemos que las propiedades más apreciadas de esta planta cuya infusión siempre tenemos a punto son las antiinflamatorias, que calman y relajan, por lo que en cosmética ayudan a calmar la piel sensible e irritada. Se obtiene, como en casa, mediante infusión, pero en un aceite portador, o bien utilizando extracción con solvente para capturar sus compuestos calmantes.
  • Aceite de aguacate: mediante prensado en frío de la pulpa del fruto maduro para conservar sus vitaminas y ácidos grasos, el aguacate se usa como hidratante y antienvejecimiento, ayudando a mejorar la elasticidad de la piel, por lo que es un ingrediente común en cremas y mascarillas.
  • Aceite de caléndula: de forma parecida a la manzanilla, el extracto de caléndula se obtiene sumergiendo sus pétalos en un aceite portador o extrayéndola mediante solventes, y se usa por sus propiedades antiinflamatorias, para cicatrizar y calmar, para pieles con heridas, eccemas y dermatitis, o pieles delicadas como las del bebé.
  • Glicerina: antes proveniente de fuentes derivadas del petróleo, ahora puede obtenerse hidrolizando aceites vegetales, como el de coco o el de soja, para descomponer las grasas en glicerol y ácidos grasos, que tienen gran capacidad para absorber la humedad del aire hacia la piel, manteniéndola hidratada, algo muy apreciado en productos hidratantes y humectantes.
  • Cafeína: reina de cremas para ojos y productos contra la celulitis, es una gran aliada para reducir la hinchazón y mejorar la circulación, lo que le da a la piel un aspecto más terso y suave. Este componente, como sabremos, está presente en granos de café, hojas de té y granos de cacao, que pasan por procesos como la extracción y la cristalización, aunque también puede sintetizarse químicamente en laboratorios.
  • Cera de abejas: como hemos explicado al principio, la cera de abejas es la sustancia que compone los panales y que contiene la miel, de manera que si se expulsa la miel, se obtiene la cera, que es apreciada por proveer de una barrera hidratante y protectora natural que retiene la humedad en la piel, que es excelente en bálsamos, cremas y lociones labiales y productos específicos como bálsamos para pezones.
  • Extracto de avena: son muy valoradas las propiedades calmantes y antiinflamatorias de la avena, indicada para pieles sensibles, que se obtiene remojando o moliendo avena hasta resultar en un polvo fino y extrayendo los betaglucanos activos utilizando agua o solventes.
  • Arcilla de caolín: se usa por ser suave con la piel y absorber el exceso de agua y las impurezas, lo que hace de ella una elección habitual en mascarillas para pieles grasas o acneicas. Se obtiene de depósitos naturales y se procesa para dar con un polvo fino y libre de impurezas, con alta capacidad de absorción.
  • >Miel: como todos sabemos, la miel se recolecta de las colmenas, se filtra y se pasteuriza para eliminar impurezas y preservar sus propiedades hidratantes y antibacterianas, ayudando a retener la humedad y la higiene.
  • Lanolina: es utilizada desde tiempos antiguos por sus propiedades emolientes e hidratantes, que ayudan a proteger la barrera de la piel, calmar la sequedad y mejorar la hidratación, y se obtiene, como hemos explicado antes, refinando la cera que secretan las glándulas sebáceas de las ovejas en la lana recién esquilada.
  • Aceite de almendras: sus propiedades emolientes (que suavizan y ablandan la piel) e hidratantes la hacen ideal para cosméticos para piel seca, que reduzcan la inflamación y mejoren su tono y textura. Como otros aceites de frutos similares, se produce prensando en frío las semillas maduras del almendro, conservando sus vitaminas naturales, ácidos grasos y nutrientes beneficiosos.

Y como sabemos, existen otros muchos ingredientes a base de frutas como el albaricoque, el mango, la papaya, la naranja, el limón o el kiwi (ya hemos mencionado el coco y el aguacate, por ejemplo), frutos secos o semillas como las avellanas, el espino o las pipas de girasol, flores como la lavanda o la rosa, raíces como la regaliz, etc.

En Famiskin sólo usamos ingredientes naturales que sean veganos y cruelty-free

Famiskin somos una marca de cosméticos pensados para toda la familia en sus diferentes etapas, desde el embarazo y el nacimiento hasta las edades más avanzadas. Usamos ingredientes naturales de eficacia contrastada y uso seguro incluso en etapas como el embarazo o la lactancia, veganos (no usamos ni lanolina ni ácido hialurónico animal ni cera de abejas ni otros productos de origen animal) y cruelty-free (no testeamos en animales). Algunos ejemplos son el aceite de semillas y frutos secos como el girasol, la avellana o la almendra dulce, plantas como el trigo, el aloe vera o el algodón, frutos como el del árbol de karité, albaricoque, calabaza o aguacate, y flores como la caléndula.

No usamos perfumes artificiales ni colorantes ni conservantes. Somos una marca de proximidad, presente ya en muchas farmacias, que apuesta por la sostenibilidad renunciando al envase secundario (con propósitos básicamente de marketing) y usando el mínimo material, que a su vez es totalmente reciclable.

Photo by Aaron Burden on Unsplash

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