La industria cosmética nos ha acostumbrado durante décadas a pensar que necesitamos productos específicos para cada tipo de piel. En algunos casos es así: las pieles con acné activo necesitan ingredientes específicos, las pieles atópicas requieren fórmulas especiales y las pieles con rosácea deben usar activos calmantes concretos. Sin embargo, en muchos casos la diferenciación responde más a estrategias de marketing que a necesidades reales de nuestra piel. Mientras existan cremas para piel grasa y para piel seca de forma diferenciada, el consumidor comprará el doble de productos, algo que incide positivamente en la facturación de estas empresas. Sin embargo, también se multiplican el número de envases producidos, el transporte necesario y, en consecuencia, tanto el gasto económico como el impacto medioambiental de nuestra rutina de belleza.

Como explicamos en nuestro post sobre la diferencia entre las cremas de día y de noche, una buena formulación con textura equilibrada y activos inteligentes puede adaptarse a las necesidades de cada piel. Ahora profundizaremos sobre esto.

La psicología tras la diferenciación de tipos de piel

Asignar un tipo de formulación para cada tipo de piel es una práctica que empezó hace décadas para crear en el consumidor una necesidad que no siempre estaba justificada científicamente, porque los principios activos que combaten el envejecimiento cutáneo actúan a nivel celular, independientemente del tipo de piel, y los beneficios que aportan son universales.

Como ocurre con las cremas de día y de noche, cuando usamos una crema que creemos especialmente formulada para nuestras necesidades, nos sentimos más seguros de su eficacia y más satisfechos con nuestra elección. Pensamos que estamos dando a nuestra piel exactamente lo que necesita, diferente de lo que necesitan otros tipos de piel. Esta percepción se refuerza cuando vemos múltiples opciones en el lineal: cremas para piel grasa, seca, mixta, sensible… La segmentación nos hace sentir que hemos encontrado «nuestra» crema perfecta, aunque en realidad una buena formulación con ingredientes de calidad podría adaptarse igualmente a diferentes tipos de piel.

Esta sensación de tratamiento personalizado también nos hace más propensos a:

  • Ser fieles a esa marca que «nos entiende»
  • Comprar más productos de la misma línea
  • Pagar un precio superior por esa «especialización»
  • Recomendar el producto a personas con nuestra misma tipología de piel
  • Sentir que estamos cuidando nuestra piel de forma más específica y efectiva

Sin embargo, en el último tiempo ha crecido una tendencia hacia la simplificación de las rutinas de belleza y el «skinimalism», que aboga por usar menos productos pero de mayor calidad. Los consumidores, cada vez más informados y conscientes tanto del impacto ambiental como de sus propias necesidades reales, empiezan a valorar las formulaciones versátiles y eficaces por encima de la hipersegmentación tradicional. En seguida hablaremos de ello.

Las ventajas de una formulación universal

Una crema para piel grasa y seca encuentra un equilibrio perfecto entre hidratación (algo que necesitan ambas), nutrición y absorción rápida, teniendo en cuenta las características opuestas entre la piel grasa y la piel seca. En este post ampliamos información sobre esto. Recordemos que la diferencia entre una u otra es:

  • Piel grasa: tiene un exceso de sebo y se deshidrata internamente, por lo que necesita equilibrar el sebo e hidratar a la vez (recordemos que aceite y agua no es lo mismo sino al contrario).
  • Piel seca: no produce el suficiente sebo y pierde agua, por lo que necesita nutrir y reforzar la barrera cutánea.

Estas cremas universales tienen una formulación equilibrada y versátil para adaptarse a las diferentes necesidades cutáneas.

¿Cómo son las cremas adecuadas para piel seca y grasa?

1. Formulación equilibrada

Una crema facial apta para todo tipo de pieles debe cumplir ciertos requisitos:

  • Textura adaptable que permite una correcta absorción, como la textura cremigel de la crema antiedad de Famiskin. Si la textura fuera más untuosa, típica de las cremas para piel seca, podría crear una capa excesivamente oclusiva en la piel grasa, y por el contrario, si fuera demasiado ligera, que es lo habitual en cremas para pieles grasas, en pieles secas no aportaría la nutrición necesaria.
  • No obstruye los poros, algo que puede ocurrir en ciertas cremas para pieles secas porque contienen excesivos aceites y mantecas pesados para sellar la hidratación, cuando esto se puede conseguir con ingredientes más ligeros y versátiles como los aceites de argán o de Sacha Inchi, que son ligeros y crean una barrera protectora sin obstruir.
  • Permite la transpiración de la piel, algo que no pasa cuando las cremas forman una barrera demasiado oclusiva que impide el intercambio natural de la piel con el ambiente.
  • No altera el equilibrio natural de la piel, que es fundamental para mantener una piel saludable, tanto si tiende a la sequedad como a la producción excesiva de sebo.
  • Hidrata sin engrasar, algo que ocurre cuando la formulación no encuentra el equilibrio entre nutrición e hidratación.

2. Ingredientes «inteligentes»

Los activos de última generación permiten formulaciones que se adaptan a las necesidades de cada piel:

  • Ácido hialurónico, que hidrata sin aportar grasa, siendo ideal tanto para pieles grasas que necesitan hidratación sin añadir más aceites como para pieles secas que requieren retención de agua.
  • Antioxidantes que benefician a cualquier tipo de piel, ya que todas ellas necesitan protección contra el daño oxidativo.
  • Péptidosque actúan a nivel funcional, mejorando la función barrera tanto en pieles secas como grasas.
  • Activos que regulan el equilibrio hidrolipídico, adaptándose a las necesidades específicas de cada tipo de piel, regulando la producción de sebo en pieles grasas y reforzando la barrera cutánea en pieles secas.
  • Ingredientes que trabajan a nivel celular, favoreciendo la renovación y reparación cutánea sin distinción del tipo de piel, ya que el proceso de regeneración celular es idéntico en todas las pieles al ser un mecanismo biológico básico.

3. Beneficios prácticos

La utilización de una crema apta para todo tipo de pieles ofrece numerosas ventajas:

  • Simplifica la rutina de cuidado facial, evitando tener que comprar y almacenar diferentes cremas según el estado de nuestra piel, además de invertir más tiempo en ella.
  • Reduce el riesgo de error en la elección, ya que aunque parezca intranscendente, elegir una crema dos veces duplica la posibilidad de que no escojamos la correcta.
  • Permite usar el mismo producto aunque cambie el tipo de piel, algo que puede ocurrir durante el embarazo, con cambios hormonales o por el uso de ciertos medicamentos.
  • Ideal para pieles que varían según la época del año, como las que se resecan en invierno por el frío y la calefacción y se vuelven más grasas en verano por el calor y la sudoración Facilita el uso consistente del producto, ya que al poder utilizarse en cualquier momento y situación, evitamos interrumpir el tratamiento por cambios en nuestra piel o dudas sobre si debemos cambiar de crema.

¿Hay casos en los que la diferenciación sí es necesaria?

Aunque en términos generales pueden usarse cremas que sirvan para piel grasa y seca a la vez, es cierto que existen situaciones específicas donde sí es necesaria una formulación adaptada:

  • Pieles con acné activo que requieren ingredientes específicos como ácido salicílico para desobstruir los poros, niacinamida para regular la producción de sebo, o zinc para su acción antibacteriana y antiinflamatoria.
  • Casos de rosácea que necesitan activos calmantes concretos como extracto de centella asiática, alantoína, bisabolol o árnica para reducir el enrojecimiento y la inflamación, evitando cualquier ingrediente irritante.
  • Pieles atópicas que demandan fórmulas especiales con ceramidas para restaurar la barrera cutánea, colesterol y ácidos grasos esenciales para mantener la hidratación, y activos antiprurito como la avena coloidal.
  • Condiciones dermatológicas que requieren tratamientos específicos como el melasma (que necesita despigmentantes como la vitamina C, ácido kójico o arbutina), la psoriasis (que requiere queratolíticos y antiinflamatorios) o el eccema (que necesita corticoides o inmunomoduladores prescritos por un dermatólogo).

Sin embargo, para la mayoría de las personas, una crema facial bien formulada puede ser efectiva independientemente de su tipo de piel.

Crema para piel grasa y seca Famiskin

La crema facial antiedad de Famiskin es adecuada tanto para pieles grasas como secas, ya que sus ingredientes están cuidadosamente seleccionados para mantener el equilibrio: el ácido hialurónico en sus dos tamaños moleculares aporta hidratación sin grasa, los aceites ligeros como el argán y el sacha inchi nutren sin obstruir los poros, y su textura cremigel permite una rápida absorción. Además, contiene activos como el extracto de pino marino y el péptido tensor que actúan a nivel celular independientemente del tipo de piel, combatiendo los signos del envejecimiento sin sobrecargar la piel grasa ni resecar la piel seca.

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